21 octubre 2008

El Huerto de las golosinas

Es curioso la cantidad de cosas que se observan en un Hospital, la forma de ser tan distinta del ser humano también llega hasta estos lugares de recuperación y descanso.
Llego a hacer mi relevo y en la cama de al lado se encuentra una señora muy mayor, Maria Luisa y su marido, Cándido (también muy mayor). Ella delgada y con los rasgos muy marcados, sus manos deformadas por la artrosis y con una sonda gasogástrica. El marido bien vestido, pantalón de tergal gris, suéter verde y una chaqueta de vestir, piel curtida y manos de agricultor experimentado, buenos modales y muy correctos. Según me cuentan por la mañana, el marido, se levanta, da los buenos días a su esposa y le pregunta como se encuentra y tras un “bien” le da dos besos.
A media mañana los visita la hija y un hijo con algún familiar mas, hasta aquí todo normal, sin embargo, la hija después del protocolario “buenos días y como estas” abre una bolsa y empieza a sacar toda suerte de productos de limpieza, aseo personal, perfumes, esponja y otros menesteres y rápidamente llena un recipiente de agua para asearla y perfumarla. El aseo fue largo y profundo y llegó hasta los mas recónditos lugares del cuerpo de Maria Luisa.
Una vez terminado el aseo perfumó a su madre, me pidió permiso para perfumar a la mía y durante varias horas la habitación quedó perfumada con un olor empalagoso que todavía tengo metido en mis papilas olfativas. Cuando terminó se despidió de su madre y se marchó quedándose de acompañante su hijo. Naturalmente se me había olvidado decir que unos minutos antes de que apareciera la hija habían pasado las auxiliares para cambiar y limpiar a las enfermas.
A las 12 la mañana, Maria Luisa, que había permanecido inmóvil en la cama, pidió poner la televisión para escuchar la misa pero por suerte la televisión no funcionaba y estuvo 15 minutos contrariadas por el inconveniente tecnológico y las carencias del hospital. Cuando comprendió que sus quejas no arreglarían la televisión, se levantó (con sonda gástrica incluida), cogió su gotero y soporte y salió pasillo adelante para bajar a la capilla y oir su misa del domingo. Por suerte su hijo consiguió hacerla reflexionar y evitar una caída o algo peor.
Me llamó la atención la estampa tradicional de la hija lavando a su madre y perfumándola como si hubiera ido a cumplir una misión, me sorprendió la disposición y desparpajo con la que la hija manejó la situación y comprendí que aquella forma de proceder, proyectaba una visión de su familia, transmitía unos valores que sin duda le habían inculcado de pequeña.
Ayer se marcharon del hospital y se despidieron de nosotros llorando, e invitándonos a que visitáramos su huerto de las golosinas (como ellos lo llaman). Sin duda una pareja encantadora y enamorada después de 67 años juntos, toda una lección de amor, saber estar y cuidado de los enfermos. Os deseo todo lo mejor Candido y Maria Luisa.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

NOELIA(JORGE)

ESPERO QUE TU MADRE SE ENCUENTRE MEJOR.
BESITOS.

Almudena dijo...

El día 2 de noviembre Mª Luisa cumplirá 83 años, su marido Candico actualmente tiene 85, han vivido del campo y tienen una vitalidad y unas ganas de vivir y disfrutar de la vida envidiables.
Educados, agradecidos y respetuosos.
En fin, las comparaciones son odiosas, pero si no lo digo reviento, la familia que nos ha tocado para convivir en la habitación que comparte con mi abuela, vamos a decir, que es bastante peculiar, y nada, pero nada, nada que ver con mi querida Mª Luisa y mi querido Candido, que me adoptaron como nieta y yo a ellos como mis segundos abuelos, en el tiempo que hemos compartido en el hospital.
No saben como los hecho de menos.

Este es mi pequeño homenaje a una pareja que después de casi 50 años juntos se miraban con deseo todos los días. He aprendido mucho de ellos y me ha encantado cruzarmelos en la vida, aunque las circunstancias no eran las mejores...o sí, no se.

Un abrazo enorme.